jueves, 9 de abril de 2015

Un mundo rojo para mí

¿Cuántas veces han leído un libro y han tenido la sensación de que su mundo se desmoronaba y empezaban a contar desde cero? En un par de ocasiones me ha ocurrido a mí, y sin ir más lejos, ayer miércoles fue la última. Aunque si hay que seguir un orden, la primera vez que algo así me pasó fue hace ya bastantes años. Una historia me conmovió, la de aquel niño irlandés protagonista de 'Las cenizas de Ángela', obra de Frank McCourt. Me marcó el pensar lo crueles que pueden llegar a ser las personas y cuánta miseria hay repartida por el mundo. Sin duda alguna, una historia que me demostró que a veces las personas más cercanas, son las que más dolor pueden causarnos. 



Sé que en 1999 se llevó la historia de este libro a la gran pantalla, pero nunca me he atrevido a ver el largometraje por aquello de que 'no siempre de un libro genial sale una buena película'. No desvelaré más datos de la historia, pues les recomiendo seriamente que la lean, y créanme que no tengo acciones en la empresa editora, ¡ni mucho menos!

Y siguiendo con otros libros que me hayan marcado, voy a romper ese orden del que les hablaba en el primer párrafo y me iré a mi última vez. Justo hace ahora unas 24 horas. Tenía en la lista de 'libros pendientes', una lista larga a más no poder, una obra de Albert Espinosa titulada 'El mundo amarillo; si crees en los sueños, ellos se crearán'. La verdad es que ha estado muy poco tiempo en la lista, pues no habían pasado ni dos semanas desde que mi prima me lo recomendara hasta que me decidí a ir a por él.

Para los libros, debo confesar que soy un poco especial. Pero soy de las que, según el tiempo que tarde en leer las dos o tres primeras páginas sé si me va a gustar o no, y si debo cerrarlo o seguir adelante. Puede que me equivoque haciendo esto, y puede que el no dar otra oportunidad al autor para continuar leyendo me haga perderme grandes obras maestras. Pero si uno no consigue atar al lector desde el principio, difícilmente lo sumará a su lista de seguidores. 

Pues bien, no voy a hacer aquí una disertación de las que crean la fama de quien escribe, ni mucho menos. Ya saben que a través de este rinconcito propio tan solo trato de expresar lo que siento, lo que creo que es correcto, lo opuesto a lo anterior, para que ustedes tengan un punto de vista más a la hora de entender, analizar y estudiar todo aquello que les rodea, por banal que parezca. Pero... ¿qué sería de nosotros sin las pequeñas cosas? Créanme que rozaríamos 'la nada'. 

No me gustaría explicar el contenido de la obra de Albert, nada más lejos de la realidad. Cuando me gusta un libro, me gusta hacer que la persona que escucha mi crítica -o lee en este caso- sienta la necesidad de leerlo, de descubrir con sus propios ojos si tengo razón, si ella también experimenta las mismas emociones que yo al devorar las páginas. Porque eso es lo que hice yo la pasada tarde. Sentarme al sol, dejar a un lado el teléfono móvil y leer. Leer, leer y no parar de leer. Así fui desde la página 1 hasta la 169. Una tras otra sin parar a mirar el reloj. Y cuando me di cuenta estaba en el epílogo, un epílogo que termina con una frase que ya les había mencionado antes: "Y recuerda: si crees en los sueños, ellos se crearán". 

No quiero que piensen que les dejo a medias, aunque en gran medida sea lo que vaya a hacer. Pero tratar de explicar las palabras de otro es entorpercer el camino para llegar a las ideas de los autores. ¿Qué mejor que decirles que si creen en la felicidad y en las mil maneras de llegar a ella, este libro les ayudará aún más? Porque de los peores momentos, se pueden sacar grandes alegrías, grandes personas y grandes experiencias. Tan solo les contaré un secreto: yo ya me he agenciado una libreta y he empezado con mi 'historial vital', aunque me falta la carpeta gris. Eso sí, mi mundo, en lugar de amarillo, lo he creado de color rojo. El color de la sangre que nos aporta vida, que mueve pasiones. La 'mitad' del color de un deporte que me apasiona, y que a estas alturas muchos de ustedes ya sabrán cuál es. El color rojo de las piruletas, de los corazones, de las alfombras que derrochan elegancia... El color que yo he elegido. Porque cada elección que tomamos, por tonta que nos parezca, está relacionada con nuestra forma de ser. Así que, aunque Albert Espinosa crease un mundo de 'amarillos', somos nosotros los encargados de determinar de qué color pintamos nuestras vidas. 

¿Qué libros les han hecho pararse a pensar si iban en la dirección apropiada? Es posible que crean que no ha habido ninguno que les hiciera reflexionar de esta manera, pero seguro que sí lo hay. Tan solo es cuestión de pararse un poco, de reflexionar, de dejar a un lado la vida, porque a pesar de que el tiempo sigue y no nos espera, de vez en cuando podemos darnos el lujo de decir 'que pare el tren, que yo me bajo'. Porque a la estación siempre va a venir un siguiente tren, y otro siguiente tren, que estén dispuestos a dejarnos subir. Cierro esta 'pequeña' reflexión de hoy con dos ideas más del libro protagonista de este post


"Para errar hay que arriesgarse; lo de menos es el resultado."
"Lo importante no es qué miras, sino qué te transmite mirar."




Y ustedes, ¿se arriesgan conmigo? ;)


Mari Carmen Montes
@mcmontesb

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