jueves, 31 de enero de 2013

Sigan robando, ya me iré yo del país...

Malditos brotes verdes. Lo único que brota en nuestro país son chorizos. Siempre he escuchado decir que no hay nada peor que un cuerpo de seguridad corrupto. Pues bien, después de ver que en España hay un alto número de políticos corruptos, permítanme que dude de la primera afirmación. 

No quiero cargar mis palabras de odio, pero va a ser inevitable que se pueda apreciar mi indignación. Tengo 22 años, este curso termino mi carrera de periodismo y hace unas semanas me registré en una página web para trabajar como Au pair en algún país de la Unión Europea. No es que no me haga ilusión trabajar durante un tiempo en un país que no es el mío, cuidando a los hijos de algún matrimonio al que no conozca. Sé que es una oportunidad de adentrarse en una cultura diferente a la propia, de volver a experimentar lo que significa estar muy lejos de los tuyos, y en esta ocasión no sería un mes durante el verano para aprender un idioma. Pero, ¡maldita sea! Una cosa es que quiera hacerlo por voluntad propia. Otra cosa es que tu país funcione tan mal que no veas otra escapatoria. 

Trabajar de periodista, crudo, muy crudo. Y me da lástima y rabia. Lástima porque desde que tuve 8 años decidí que esto era lo mío. Que quería escribir, que quería contar cosas, que quería ayudar a los demás a saber un poco más del mundo que nos rodea. Y, hoy por hoy, parece que nos están cortando las alas. No solo a los periodistas jóvenes, a los que llegamos nuevos a este mundo. También a aquellos que llevan años trabajando en este complicado mercado y ahora quieren cerrarles la boca. ¿Saben? Yo soy de las que siguen confiando en eso de que 'el periodismo es el cuarto poder'. Pero lamentablemente, los otros poderes están podridos. 

miércoles, 30 de enero de 2013

Reflexiones por un boli

Hacía tiempo que no me pasaba por aquí para escribir, concretamente desde el viernes 28 de diciembre. Mucho tiempo. Demasiado tiempo. 

Pero es que a veces ese tiempo nos sobra, otras nos falta y otras, simplemente no sabemos apreciarlo y aprovecharlo al máximo. Y aprovecharlo no consiste en llevar a cabo una actividad tras otra. Aprovecharlo significa hacer lo que creamos más oportuno en cada momento. Ahí está la esencia. 

No nacemos con una personalidad estática, fija, para siempre. El día a día nos moldea y nos hace ver las cosas de una forma u otra. Todo cambia. Todo pasa. La gente no deja de sorprenderte. Y eso es, en cierto modo, lo bonito de nuestra fugaz existencia. Es genial que alguien te sorprenda positivamente. Te da alegría, te da fuerza, te hace un poco más feliz. Es genial, también, que alguien te sorprenda para mal. Te hace -o te debería hacer- tomar la decisión de apartar a esa persona de tu lado. 

 'Reflexiones por un boli' no es un título original para esta entrada, puede que tampoco llamativo, pero tiene su explicación -> "El bolígrafo de gel verde". Seguro que este título les suena más, ¿verdad?