María en el circuito Albert Park Imagen: Andrew Hone |
¿Cuántas veces hemos escuchado eso de 'el día que hablen mucho y bien de ti, será porque habrás pasado a mejor vida'? En mi opinión, demasiadas. Pero la realidad da peso a esta frase. Hoy he empezado el día con un jarro de agua, pero de esa que te deja helada. Mi 'maldita' adicción a abrir el Twitter antes de levantarme de la cama me ha hecho comenzar la jornada con la triste noticia del fallecimiento de María de Villota.
Sean sinceros. ¿Cuántos de ustedes conocían a esta mujer antes del fatídico accidente del 3 de julio de 2012? Supongo que no demasiados. Lo cierto es que, la conocieran antes o no, esta mujer ha sido un ejemplo de superación día tras día.
Sean sinceros. ¿Cuántos de ustedes conocían a esta mujer antes del fatídico accidente del 3 de julio de 2012? Supongo que no demasiados. Lo cierto es que, la conocieran antes o no, esta mujer ha sido un ejemplo de superación día tras día.
Ese 3 de julio, después de hacer pruebas con su Fórmula 1, sufrió un accidente al entrar a boxes que cambió su vida tras chocar con un trailer. Perdió su ojo derecho. Pero ni eso, ni las cicatrices de su rostro, fueron suficiente para frenarla. María, que había sido nombrada piloto de pruebas de Marussia en marzo de ese año, única mujer con ese papel en la F-1, vio truncado su sueño, su gran objetivo. Pero se armó de valor para cambiar las metas de su vida. Metas que, desde ese momento cruzaría a pie y no subida a un monoplaza.
A partir de ese momento vinieron las grandes victorias. "La vida me ha dado una oportunidad. Si tenemos salud, amigos y familia, tenemos lo más importante y esto es lo que tenemos que transmitir". Empezó a disfrutar de los "pequeños momentos" y dejó a un lado el cronometro y las altas velocidades. Si de tantas y tantas declaraciones que ha hecho durante los últimos meses me tuviese que quedar con una, sin lugar a dudas esta sería la elegida:
"Te das cuenta de que ves más que antes. Yo antes sólo veía la Fórmula 1, sólo me veía encima de un coche compitiendo y no veía lo que realmente era importante en mi vida".
María de Villota, en una charla a menores infractores del centro 'El Pinar', muestra el casco que llevaba el día del accidente. Imagen: Fco Javier Barroso |
Con todo esto, me vienen a la cabeza varias ideas. La primera de ellas: si desaparece tu principal motivo para sonreír, busca otro. Siempre, si nos fijamos bien, tiene que haber algo que nos haga felices, que nos permita sonreír en los momentos duros. Siempre hay algo que aprieta ese botón de la felicidad, aunque sea transitoria. Y si no llegamos a dibujar por completo la sonrisa en nuestro rostro, aún así, el camino habrá valido la pena. Hace un par de días, entre risas un amigo me dijo por teléfono: "¿hoy has sido feliz? si la respuesta es no, mañana cuando te levantes tendrás que cambiar algo". No le falta razón...
Y también añado otra idea... Por si no existe ese mañana -ahora es cuando les doy permiso para llamarme exagerada, como suelo hacer siempre- empecemos a buscar las motivaciones, las metas, los nuevos objetivos desde YA mismo. No nos quedemos esperando a ver pasar el tiempo. Que el tiempo no corra más que nosotros.
Y también añado otra idea... Por si no existe ese mañana -ahora es cuando les doy permiso para llamarme exagerada, como suelo hacer siempre- empecemos a buscar las motivaciones, las metas, los nuevos objetivos desde YA mismo. No nos quedemos esperando a ver pasar el tiempo. Que el tiempo no corra más que nosotros.
Sin lugar a dudas, mi reconocimiento a la labor de esta mujer, muy especialmente durante los últimos meses. Nos ha recordado eso de 'si te caes siete veces, levántate ocho'. Y termino, con una bonita imagen de la que destaco su sonrisa, la que, al menos frente a la gente, nunca perdió... Gracias por hacernos ver que nuestros problemas no son, ni los únicos, ni los más graves. Gracias por hacernos ver que, mañana tenemos que seguir luchando.
Mari Carmen Montes
@mcmontesb
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