martes, 15 de septiembre de 2015

Lanzas mataperros

Hace un par de días vi un perro por la calle. Por su aspecto entendí que llevaba mucho tiempo abandonado, por lo que deduje que ya se había acostumbrado. Era tradición para él eso de estar solo y saber que en cualquier momento podría poner punto final a su vida. Había nacido para eso.


Como no le veía mucho futuro, y para evitar que muriese de forma trágica, decidí coger una lanza y y clavársela muchas veces, hasta que su corazón dejase de latir. Cuando todo terminó me aplaudí a mí misma por lo bien que lo había hecho. Hice mil fotos para que los medios lo publicaran. Me atreví hasta con un video. 

El perrito dio un último suspiro antes de cerrar los ojos para siempre y me sorprendió con su mirada. ¿Hasta cuándo? -me dijo. ¿Hasta cuando el ser humano va a estar por encima de los animales para torturarlos a su antojo? ¿Hasta cuando no se van a dar cuenta las personas de que atravesar animales con lanzas y espadas no es bonito? ¿Hasta cuándo van a seguir matando a los animales por puro placer? ¿Hasta cuándo en Tordesillas van a haber descerebrados que piensen que las tradiciones de energúmenos hay que respetarlas por mucho dolor que provoquen? 




Ojalá pudiesen hablar los animales, porque ¡menudo repaso nos iban a dar a las personas!, a los supuestos seres con capacidad de raciocinio. Da igual un torro, que un perro, que un gato. La cuestión es que estos animales tienen más clase que otras bestias de dos patas. 








Mari Carmen Montes
@mcmontesb

No hay comentarios:

Publicar un comentario